Cuentan los abuelos tepehuas de los estados de Hidalgo y Puebla, que cada elemento de la naturaleza, incluido el hombre, está representado por un ser sobrenatural que, según su humor y circunstancia, puede beneficiar o dañar a las personas. Para que estos seres se mantengan contentos y satisfechos se les deben brindar ofrendas y realizar rituales en su honor. Así pues, todos los elementos de la naturaleza tienen un dueño: la tierra, las plantas, el agua, el aire, a los cuales se les representa en papel amate recortado, mismo que se emplea en muchos otros rituales, por ejemplo en los de la brujería, la fertilidad y con fines terapéuticos.
Los dueños habitan en los tres planos verticales del cosmos: el celeste, el terrenal y el infra terrenal. Una de las deidades más poderosas y fundamental en la cosmovisión de los tepehuas es el dios Wilcháan, el Sol, dueño de todo lo que existe y de los hombres, quien representa a Cristo. San José y la Virgen María, llamada Hachiuxtinin, cuidan a Wilcháan. La Luna, Maljuyú, tiene la misma importancia que el Sol del cual es su opuesto. Simboliza el nacimiento y la muerte, dueña y protectora de las mujeres, a quien rige en su regla. La Luna decide sobre el crecimiento de las flores, las enfermedades y la muerte. Se cree que es la imagen del Diablo.
El arcoíris se encuentra estrechamente relacionado con la brujería, en él los brujos acuden para reposar y descansar sus atribuladas mentes. Nadie en su sano juicio debe señalar al arcoíris con un dedo, pues inmediatamente se les pudriría, o alguien puede morir asesinado. El hermoso arcoíris es el dueño de los manantiales y de los pozos, muchos creen que es una advocación de la Sirena.
El arcoíris se encuentra estrechamente relacionado con la brujería, en él los brujos acuden para reposar y descansar sus atribuladas mentes. Nadie en su sano juicio debe señalar al arcoíris con un dedo, pues inmediatamente se les pudriría, o alguien puede morir asesinado. El hermoso arcoíris es el dueño de los manantiales y de los pozos, muchos creen que es una advocación de la Sirena.
A los Truenos, Papanin, los tepehuas se los representan como hombres viejos, vestidos con mangas de hule y bastones, al servicio de Jesucristo. Cuando colocan los bastones en la punta de sus pies, se producen los truenos y los relámpagos. Los Truenos habitan las nubes, desde ahí producen el granizo, buscan trozos de hielo que trituran y arrojan a la Tierra. Las Estrellas, las Staku, protegen a los hombres de las piedras, pues cuando se mueven es señal de que se convertirán en tigres y atacaran a las personas; es por ello que las Staku siempre están destruyendo a las piedras. El dueño del agua, Xalapának, es hijo de Sireno y Sirena. Xalapanák-Laka’un, el dueño de la Tierra, tiene sus servidores, sus peones, son los muertos que viven en el Laknin, el famoso Lugar de los Muertos donde reina Akmosnó, a quien se le rinde homenaje durante el Carnaval y se le ponen ofrendas porque hay que tenerlo contento. El lugar al que van los difuntos está determinado por la manera de morir y no por su conducta. Aquellos que murieron asesinados o a causa de un accidente, van al mencionado Laknin; los esposos casados por la iglesia acuden al Cielo, a Laktian, regido por Dios el encargado de darles alimento a las almas de los muertos; las mujeres muertas en trabajo de parto se van al Cielo a servir a los viejos de los truenos; las personas que mueren ahogadas se mantienen en las corrientes de los ríos y jalan a los incautos que pasan cerca; los brujos se van al Inframundo y los curanderos premiados por sus buenas acciones llegan al Cielo; los niños que no alcanzaron a ser bautizados se transforman en víboras, pero los muy pequeños son acogidos en el seno de la Virgen María. Las almas que acceden tanto al Cielo como al Inframundo siguen viviendo tal y como lo hacían en la Tierra; es decir, ejercen las misma funciones que en vida.
La Tierra, mujer muy fecunda, está formada, en su mayor parte por agua. En su parte interna existen túneles en donde vive el Viento, casi nunca aparece por la Tierra, pero cuando llega a hacerlo los remolinos que forma se llevan sin piedad a las personas. En la Tierra residen los muertos quienes tienen la capacidad de volverse malos aires para ocasionar las enfermedades de los pobres mortales, a más de producir muy malas cosechas. A la Tierra es necesario purificarla constantemente, pues los seres humanos la contaminan cuando la pisan y cuando hacen sus necesidades físicas sobre ella. La purificación consiste en dedicarle ofrendas. Los cerros, la milpa y el cementerio son lugares sagrados de la Tierra, se les debe rendir homenaje y ofrendas. Por eso, a la milpa se le brindan muchos ritos y ceremonias. En el cementerio, el lugar de los ancestros, habitan los malos espíritus que toman las formas de aires y dañan sin piedad.
La Sirena es una bella mujer asociada con el agua, es la dueña de ella, de los peces, las lagunas y los manantiales. Le gusta atraer a los hombres para matarlos. Sirena Malinche es su hijo. A los dos, madre e hijo, se les festeja el 30 de abril de cada año.
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